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Osvaldo Jalil

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OSVALDO JALIL

ESO QUE ESTA PASANDO

La xilografía, la técnica menos sofisticada y más antigua del grabado, ha transitado por las más diversas suertes a lo largo de su historia.
Paradójicamente, es en este siglo cuando los artistas deciden retomar el trabajo con la madera pra la creación de obras independientes de epígrafes, bulas, literaturas, bandos o noticias.
Hasta el siglo XVI la madera sirvió como soporte digno para el grabado, pero los artistas, como Durero a la cabeza, la sometieron a exigencias que casi superaban las posibilidades técnicas de la xilografía. Así al hacer su aparición la plancha de cobre, el aguafuerte desplazó a la xilografía hacia la estampa popular. Sin embargo en el siglo XIX, que fue el siglo del periódico, de la revista ilustrada de la enciclopedia, la xilografía es aprovechada para ilustrar las ediciones de gran tirada.
Sólo cuando se desarrollaron los procedimientos de reproducción fotomecánicos la xilografía pudo liberarse y volver a su tarea de creación original. Esto ocurrió a fines del siglo XIX y principios del XX.
La madera tallada le presta una carga adicional a la imagen xilográfica, que tal vez se deba al contraste de planos, a la línea gruesa y a la huella de la gubia en la madera.
Por otro lado la xilografía pide que le dejen contar hechos, sucesos o sentimientos que transitan nuestra condición de habitantes de una realidad en conflicto. Si lo pide es porque relatar es esencial en ella. Quizás porque la madera es una materia viva, herida en el camino hacia la impresión de imágenes.
Al observar una xilografía es imposible no imaginar al grabador efectuando el corte, esforzándose para darle precisión a una línea, o al desbastar un plano que será blanco, ver las virutas cayendo al suelo.
Existe una relación intrínseca entre el artista grabador y la obra. Esto comienza a través de  una serie de preparativos, rodeos y combates hasta llegar a conquistar la imagen. Es allí cuando aparece la visión del grabador, en este caso se trata de Osvaldo Jalil, que con la economía de un plano negro sobre uno blanco nos sitúa frente a una historia de manera rotunda y definitiva.
Es que las obras que Jalil presenta en esta muestra describen um crimen abominable: al asesinato de 45 campesinos chiapanecas, entre los que había niños, mujeres y viejos.
Jalil que viene de esa tradición del grabador recorrida por Guadalupe Posada, Adolfo Belloq, Aída Carballo, se apoya en un suceso para exponernos a la visión de la injusticia y la inocencia. Solamente con negro y rojo sobre el papel blanco, para concentrar dramatismo.
Las xilografías de Osvaldo Jalil aluden a aquello que representa el horror.
Son imágenes plásticas que señalan la atmósfera congelada de cuando algo terrible está por pasar, de aquello que pasó. O de eso, que en rigor de verdad, está pasando.
Eduardo Iglesias Brickes
San Telmo, mayo de 1999
 

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